lunes, 23 de mayo de 2011

Con "L" de Leucemia.

Leucemia; nadie quiere oír esa frase en la consulta del pediatra de su hijo. Pero a Rodrigo y a mí nos tocó oirla un miércoles, sin que tuviéramos la más remota idea de lo que nos esperaba tras la noticia. 
Todo empezó un día antes. Borja había ido a nadar con sus primos y yo le había notado algo raro, estaba cansado y con poco apetito, además de haber amanecido con una tos de esas secas que lo único que consiguen es preocupar a los padres. Unos días antes tenía un estilo de alergia y se le oía la nariz como si estuviera reseca, además de un color de piel muy peculiar que tenía matices amarillentos. En la noche del martes, Borja empezó con temperatura, casi cuarenta grados, y me era imposible controlarla. Así que el miércoles en la mañana decidí llevarlo con su pediatra. Éste lo inspeccionó y notó que tenía el hígado algo crecido, así que le mando analítica de sangre suponiendo que padecía de hepatitis...¡ja! En la tarde al recoger los estudios, un empleado de la clínica me dijo que llamara al doctor del niño porque parecía que tenía algo en la sangre que era el motivo de todos sus males. El mundo se detuvo, en ese momento mis miedos más profundos salieron a la superficie, se hicieron palpables y un dolor inmenso se apoderó de mí. Inmediatamente supe (o supuse, no recuerdo bien) de qué se trataba. En el consultorio del pediatra, se confirmó el diagnóstico y luego vinieron las estadísticas: que si Borja tenía buenas probabilidades, que si a su edad el pronóstico es este, que si el tipo de leucemia aquéllo...palabras vacías, nada podía reconfortarme en esos momentos. ¿Probabilidades? ¿De qué habla este individuo? ¿Cómo es posible que me diga esto? ¡Yo tenía un hijo sano (tal vez únicamente con alguna infección) hace 1 hora!  Fuera como fuera, las decisiones se tenían que empezar a tomar e inmediatamente ordenó que Borja fuera internado para colocarle su Port-a-cath, un cateter que se inserta bajo la piel y en dónde se colocan las dosis de quimioterapia. ¿Quimioterapia? ¿Quimioterapia? no podía creer que a mi hijo le iban a dar ese tipo de tratamiento. Llagas, diárrea, vómitos, no poder tragar, dolores, por mencionar algunos de los efectos secundarios de estos poderosos fármacos, revoloteaban en mi cabeza. Y así fue, a las dos horas, Borja ya estaba internado, con un suero en su manita y el miedo que un niño de esa edad puede sentir al ver que le pican, para ponerle un artefacto que sabe Dios para qué es. 
Al otro día, su médico y el oncólogo pediatra recomendado por éste, planeaban hacerle una punción lumbar y un raspado de médula ósea aprovechando que iba a entrar al quirófano para la colocación de su Port-a-cath. Esto con la finalidad de ver de qué tipo de Leucemia se trataba. 
No creo que los niños tengan sólo un ángel de la guarda, creo que tienen varios y ese día uno de ellos estuvo presente, y estoy segura que si no hubiera sido por él, las cosas hubieran tomado un curso diferente. El abuelo de Borja, es un hombre que se conforma con pocas cosas. Es un hombre que mantiene la cabeza fría, aunque su corazón hierva. Es un hombre que ama a Borja como un abuelo ama a su nieto...incluso más. Ese hombre es mi papá, y estuvo presente con Rodrigo y conmigo desde el momento del diagnóstico, y esa mañana, ya había ido a hablar con uno de los mejores hematólogos a nievel mundial. El doctor le concedió una cita de urgencia y fue él quién determinó que no se le hicieran esos procedimientos a Borja. Resulta que la punción lumbar, no tenía ningún caso, e incluso está contraindicado. La explicación que le dio el ilustre Doctor, es que si dicha punción lumbar no se hace con cuidado, los blastos que ya existen en la sangre, pueden contaminar el líquido cefalorraquídeo limpio y provocar que las células cancerosas lleguen hasta el cerebro. En cuanto a la biopsia de médula ósea, era absolutamente innecesaria para saber el tipo de leucemia, con una simple muestra de sangre podríamos saber la estirpe del enemigo. Inmediatamente cambiamos los planes, y obviamente, de especialista, y en dos horas ya sabíamos que Borja tenía Leucemia Linfoblástica Aguda, la menos mala de las Leucemias y la más común en niños de la edad de mi hijo. Ya sabíamos a qué tirarle, ya sabíamos hacia dónde exactamente dirigir nuestros esfuerzos. La colocación del Port-a-cath fue rápida y sin molestias, Borja nunca se quejó de dolor alguno en el lugar del artefacto, y sigue sin notarlo. Inmediatamente comenzamos con el tratamiento. La primera dosis de quimioterapia se la pusieron en el hospital en la madrugada del viernes, y por la tarde la segunda, en la Clínica del hematólogo.
Como dije al principio, no teníamos idea de que esperar tras la noticia que cambió nuestras vidas, y es que, los medicamentos empezaron a hacer efecto ese mismo día. Por la tarde, Borja ya no tenía ganglios inflamados...fue un gran alivio. La primera reacción del tratamiento es importantísima y mi hijo estaba aguantando las dosis de la quimio como todo un guerrero. Sin reacciones alérgicas, sin vómitos, sin náuseas, sin llagas, sin dolores.
El siguiente lunes los análisis revelaron que Borja ya sólo tenía 5% de blastos del 45% que tenía. Una noticia que no podíamos dejar de celebrar, aunado a que sus plaquetas, neutrofilos, hemoglobina y demás rubros estaban dentro de los parámetros normales.
A casi un mes de tratamiento, éste le ha sentado de maravilla. Seguimos sin reacciones alérgicas, sin vómitos, sin náuseas, sin llagas. La quimio, por increíble que parezca no ha tenido grandes efectos secundarios en él. Y es que a los niños le sienta mejor que a los adultos, éstan en constante renovación de todo, se acoplan a todo y su cuerpo no guarda rencor. 
A casi un mes de tratamiento, todavía no puedo creer que mi hijo haya sido diagnosticado con Leucemia. Y aunque hemos tenido miedo, dolor, enojo, cansancio...también hemos tenido alegrías, fé, esperanza y mucho mucho cariño y apoyo de todos los ángeles de la guarda de Borja, que como su abuelo lo aman y que poco a poco les iré presentando a lo largo de esta historia.

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