martes, 6 de marzo de 2012

He aprendido.

Esta enfermedad definitivamente me ha cambiado, aunque tal vez de un modo no tan evidente. Lo que es cierto es que he aprendido muchas cosas.

He aprendido a vivir con un niño en tratamiento contra la leucemia, 

He aprendido a lidiar con los efectos de la quimioterapia: náuseas, vómitos, cansancio, malos humores.
He aprendido a desafiar a las plaquetas  y a los necios leucocitos que se quieren quedar abajo;

He aprendido que las cosas pasan; buenas y malas, y que uno nunca tiene la seguridad de que pasen o no.;
He aprendido que no se puede juzgar, porque las experiencias que cada quien vive son propias de cada individuo y nos marcan de una forma u otra;
He aprendido del valor de una copa de vino con amigos y una buena platica, después de una sesión de quimioterapia;
He aprendido que soy más fuerte de lo que creí, tal vez no por elección si no porque no me queda de otra;
He aprendido que hay gente que nunca dejará de expresarte su admiración y amistad, aunque no los veas tan seguido;
He aprendido que la inocenica de un niño todo olvida, todo mejora, y todo perdona;
He aprendido que el amor de pareja puede crecer más y más, aún en situaciones difíciles;
He aprendido que la lealtad y la fraternidad son los tesoros más grandes con los que se puede contar;
He aprendido que hay gente, que a pesar de situaciones adversas nunca se dan por vencidas,
He aprendido que el amor incondicional que puede tener un abuelo a su nieto es suficiente para aliviar cualquier sufrimiento;
He aprendido que el valor de la amistad puede empezar desde los cuatro años, cuando un compañero del kinder se acuerda de tu hijo todos los días aunque no lo vea...y le hable por teléfono porque lo extraña;
He aprendido que la fe es un instrumento del cual me quiero valer de ahora en adelante;
He aprendido que un "Buenos días" acompañado de una sonrisa a las 6 30 de la mañana no me es nada molesta cuando viene de un niño que no siente ninguna molestia física;
He aprendido que un abrazo fraternal entre hermanos, tiene más significado para mi de lo que nunca pensé.
He aprendido a valorar el momento en el que antes de dormir voy al cuarto de los niños y los veo debajo de las sábanas, plácidamente dormidos, abrazados a un perro llamado Galleta y a un Mario Bros...
Y he aprendido que son esos precisos momentos los que me hacen sonreír y me mueven para seguir en esta lucha y entonces agradezco que aunque hemos vivido una situación difícil, estamos saliendo adelante, y puedo ver a Borja en su cama y no en una cama de hospital.