lunes, 30 de mayo de 2011

Hospital vs primos

El fin de semana Borja estuvo internado en el Hospital. En realidad no fue nada grave. Fue el resultado de los nervios, el desconcierto y la incertidumbre que esta enfermedad conlleva. Resulta que el viernes le pusieron a Borja un medicamento para que sus neutrofilos subieran, ya que los tenía un poco bajos. El sábado por la mañana se le notaba algo agitado y con la respiración entrecortada. El doctor nos dijo que era seguramente una reacción al medicamento llamado filgrastim que le había puesto el día anterior. Resulta que cuando el cuerpo experimenta un aumento en los glóbulos blancos, éste reacciona como si estuviera combatiendo una infección. De ahí todos esos síntomas que habían aparecido en Borja. El médico le administró un esteroide y nos mandó directo a casa, no sin hacernos la recomendación que si los efectos no cedían, nos dirijieramos al hospital para tener al pequeño más vigilado. 

Al cabo de casi tres horas y media, Borja seguía igual. Algunos incluso lo veíamos (y me sumo a la lista de preocupones) pálido, ojeroso, sudoroso, con dificultad de respirar, etc. Así que corrimos al hospital. Una vez ahí paradójicamente, los síntomas empezaron a desaparecer, pero ya no había marcha atrás. El hematólogo sugirió que se quedara internado para estar checando sus signos vitales. Vaya chasco que se llevó Borja. 

Pero su humor cambió cuando por la puerta de la habitación, vio que entraban Marianito y Elena, sus primos, y ni cuenta se dio que tenía un tubo junto a su boca que le daba oxígeno y tampoco notó las caras de preocupación y angustia de todos los que en ese momento estabamos con él, pensando en lo que iba a sentir cuando otra vez, le pusieran el suero en su manita y se tuviera que quedar encerrado entre esas cuatro paredes, bueno, tres y una ventana. De no ser por esos otros ángeles de la guarda que tiene Borja, esos dos días de hospital se hubieran convertido realmente en un infierno.

Gracias a Marianito y a Elena por estar ahí, porque a pesar de ser pequeños, mostraron su grandeza al no separarse de Borja ni un momento. Estuvieron ahí tratando de distraerlo, para que no sintiera las agujas. Gracias a ellos el tiempo se le pasó más rápido, o bueno, menos lento. Hubo carcajadas, gritos, chistes y hasta una enfermera asustada porque sus palpitaciones habían aumentado demasiado, producto de esa euforia que siente un niño de cuatro años al aventar un cochecito y reirse con su primo sin parar.

Pero tambien gracias a Marisol y Mariano, porque nos "prestaron" a sus hijos. Porque les permitieron ser parte de esta experiencia aún cuando la falta de agilidad de la enfermera en turno, hizo que un chorrito de sangre saliera de la mano de Borja al ponerle el suero y los ojos de Marianito se hicieran grandes como platos. 

Ellos también forman parte del escuadrón de ángeles que trae Borja detrás.

¡GRACIAS!

No hay comentarios:

Publicar un comentario