viernes, 9 de diciembre de 2011

Siete meses.

Siete meses de tratamiento. Cinco meses desde la última entrada. En realidad no había escrito porque durante poco más de tres meses, pensé que no había mucho que contar… una traición para la finalidad de este blog.
Siete meses de tratamiento y yo no sé que decir: "ya siete meses" o "apenas siete meses". Tal vez un poco de los dos. Lo que es cierto es que no he logrado acostumbrarme a esta nueva normalidad. Hemos tenido días fáciles, sí, pero hemos tenido días que no quisiera se volvieran a repetir en mi vida. Borja comenzó con terapia de mantenimiento, una pastilla de mercaptopurina todos los días y seis de metrotexate los miércoles, con una visita mensual a la clínica para análisis de sangre y aplicación de medicamentos intravenosos por la tarde. Todo iba fenomenal, Borja hasta había aumentado de peso, nos estábamos acostumbrando a vivir con quimioterapia y se nos había olvidado el enemigo de nombre que empieza con "L". Pero entonces pasó. Una semana de estancia en el hospital, la más difícil de todas, porque cuando crees que las cosas van por buen camino, el enemigo te recuerda que anque no está presente del todo, anda acechando, esperando como el jicotillo que se rompa algún pilar para alcanzar a Doña Blanca. Neutropenia, anemia, amibas, fiebre, tos, inapetencia, incontables idas al baño, rozaduras, cuatro sueros diarios con antibióticos, piquetes en las venas, en las pompas, nebulizaciones, y un raspado de médula osea que nos confirmó que sigue en remisión y no hay actividad de la leucemia, es el resumen de nuestra visita al hospital.
Siete meses en los que hemos tenido caída de pelo y salida de pelo; caída de pelo y salida de pelo; una bebé temerosa de quedarse sola cada vez que salimos; y un niño que se ha vuelto tan fuerte, que ya no llora cuando nos toca visita a la clínica, sino que juega al doctor con los guantes y las jeringas que pide le regale Laurita.
Siete meses y sigo contando. Sigo contando los días para que esto termine, esta montaña rusa no es divertida y en vez de salir de ella con una sonrisa, no se con que voy a salir, si con 10 kilos de más o media cabeza blanca. 

Los pilares de Borja son de oro y plata, se ha recuperado y nunca ha perdido esa chispa ni energía que tiene. Hoy Borja está bien, aunque la dosis de quimioterapia se la redujeron para que logre recuperarse del todo, así que podremos disfrutar de las festividades navideñas y de nuestro viaje mágico que tenemos planeado. Y eso nos empuja a seguir adelante.


Así que a pensar como dice Serrat: “Hoy puede ser un gran día…y mañana también”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario