miércoles, 15 de junio de 2011

Almudena.

Hoy ha sido un día no muy bueno para Borja. Ayer le pusieron quimioterapia intratecal y como siempre, al día siguiente a las sesiones de quimio, amenece muy cansado y malhumorado. Nada quiere, nada le parece, todo le molesta, con nada se conforma, nadie le cae bien, con nadie quiere hablar, con nadie quiere negociar. Cuando dice “No quiero”, no hay más que hacer, y pobre de aquél que ose llevarle la contra, porque le declara la guerra, la cual empieza con un buen armamento de gritos, pataletas y manotazos. Esos días hay que armarse de paciencia y un poco de creatividad, la cual se va agotando con el paso del tiempo.

Sin embargo, hay una personita que logra lo que papás, abuelos y tíos no lograrán nunca. A la única que le aguanta todo, es a Almudena. Su hermana puede hacer lo que quiera con él, incluso jalarle la oreja desde abajo para pararse ahora que empieza a hacer sus pinitos. Es la única que consigue arrancarle una sonrisa cuando ya no sabe si quiere comer salchicha o arroz, o si quiere jugar Wii o DS, o cuando llora desconsolado porque le toca la “vicina” rosa. Sabe que es su compañera de juegos (al menos pontencialmente), su cómplice y su amiga, “la señorita” que le alegra las mañanas. Almudena puede picarle un ojo, jalarle los pelos, pellizcarlo, babearlo, empujarlo, patearlo y demás “arlos”, que a Borja no le importa. Siente un orgullo casi paterno, seguido de un “ay mi chiquita” cuando ve que Almudena se sostiene y empieza a hacer equilibrio para manternese. Se preocupa si la van a inyectar y le comparte su pomadita para que no le duela, junto con unos cuantos consejos: Almudena: si te duele, aprietas fuerte la mano de mamá.

Ojalá Almudena pudiera hablar para que lograra consolarlo todavía más de lo que ya hace. Para que le dijera que no se preocupe cuando va a ver al doctor, porque esos piquetes que recibe, le van a ayudar a curarse rápido y poder jugar con ella sin que papá o mamá se preocupen de que se vaya a lastimar. Que se va a poder subir por la resbaladilla del jardín de los abus, sin que nadie lo esté sosteniendo, con miedo de que sus piernitas vayan a fallar debido a la debilidad que el causa la quimioterapia. O que va a  poder regresar a nadar con ella y su amigo Iker al Parque, y además, ya no se va a sentir ese frío que lo congelaba cuando salía de la alberca porque estaba enfermito. Ojalá le pudiera decir que esto se le va a olvidar, si no todo, la mayor parte, y que el sufrimiento que llega a sentir en esas visitas a la clínica va a pasar, y lo va a hacer más fuerte. Y que se siente orgullosa de él porque es muy valiente y no llora tanto como ella cuando le ponen una inyección.

Pero Almudena  no habla,  y de todos modos Borja se siente feliz, sólo de estar con ella y que lo vea jugar Mario Bros. Y no se acuerda del Doctor, ni de la señorita Laura, ni de la mariposa que le ponen cuando le sacan sangre (aunque la tenga que traer parte de la mañana para que por ahí le inyecten la quimio en la tarde)

Gracias Almudena, porque dentro de tu inocencia, consuelas como nadie a tu hermano...y a mí.

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